Pretérito imperfecto
SIEMPRE me ha obsesionado el tiempo. Cuando era niño, mi abuelo tenía un reloj de pared que sonaba cada cuarto. Yo jugaba a acertar el momento preciso –sin mirar las agujas– en el que iba a dar sus campanadas. Eso me hizo desarrollar un sentido exacerbado de la duración de las cosas.
Cuando a veces me despierto por las noches, hago el mismo ejercicio de adivinar la hora. Y casi siempre me aproximo por pocos minutos. Me gusta levantarme antes de la madrugada y mirar las ventanas encendidas, intentando imaginar quien y por qué no está durmiendo.
Suelo escuchar en la cama el sonido rítmico del despertador y ello me hace pensar en la eternidad del tiempo. He leído hace poco que la constelación del Anillo está a 2.500 años luz. Eso significa que puedo ver una imagen de como era el universo antes del nacimiento de Jesucristo.
Pero esa distancia y ese tiempo no son nada en relación a la inmensidad del espacio. No suponen ni una gota de agua en el océano. El transcurso de una vida humana es menos que un fragmento infinitesimal, es sencillamente nada.
Soy consciente de esta verdad elemental, pero tiendo a vivir como si las horas fueran inagotables. Creo que eso también les sucede a muchas personas porque existe una disociación entre el tiempo como reloj universal y el sentimiento de duración de nuestra existencia, que es puramente subjetivo, como apuntaba Henri Bergson.
Me parece que esta contradicción es insalvable, de suerte que los seres humanos vemos el tiempo condensado en un instante, el aquí y el ahora, desde donde percibimos toda nuestra historia. Pero justo cuando empezamos a ser conscientes, ese momento ya ha pasado y estamos en el futuro. Todo se vuelve pretérito imperfecto.
Escribir estas líneas me produce impotencia porque tengo la impresión de que hay un abismo infranqueable entre las palabras y lo que quiero decir, que es una especie de misterio ininteligible e inefable que escapa al lenguaje.
Ni siquiera es seguro que exista el tiempo. El obispo Berkeley creía que era una entelequia, algo que se aproxima a la teoría de la relatividad de Einstein. No puedo dejar de pensar en este enigma. Estamos atrapados en una red de instantes como alguien que se ha perdido en un laberinto y no encuentra la salida.